25 DE JULIO SANTIAGO APÓSTOL-
La costumbre
era hacer una excursión a la sierra de Urbasa
y pasar un día de campo. Acudían gentes de diversos lugares e incluso de
Guipúzcoa y Álava. Se escogía una de las muchas hayas frondosas y a su sombra
las familias se arremolinaban sentadas en la hierba. Se hacía fuego y una buena
caldereta para la comida. Se disfrutaba viendo el maravilloso paisaje que la
sierra de Urbasa nos ofrecía, con sus prados verdes y el ganado: vacas,
caballos, yeguas y ovejas, pastando a sus anchas. Los pastores enseñaban como
se hacía el esquilado a las ovejas de
raza “lacha”, y con qué facilidad, ayudados por sus perros las metían en el
aprisco. En alguna de las bordas nos ofrecían la venta de quesos, fabricados
con la leche de esas ovejas y nos invitaban a penetrar en el interior de las
mismas para que viéramos en qué condiciones vivían todo el años y los
utensilios que utilizaban para el ordeño y hacer los quesos. Los aizcolaris
sudaban cortando troncos y por todo el aire sonaba la música de acordeones y
“trikitixas”, rota en algún momento, por el furor de una jota bravía.
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Fuente en el paraje de "La Caseta" |
En esta fecha
si no se podía acudir a la cita de la sierra de Urbasa, se pasaba el día de
campo en el término de Inzura, en el lugar llamado de “La Caseta”, cercana al
río Urederra, con una fuente de agua
procedente de un manantial y rodeada de árboles y vegetación. Un sitio muy
fresco para resistir el fuerte calor del verano. Su nombre de “La Caseta” le
venía dado porque en tiempos anteriores había sido el lugar donde el peón
caminero encargado de la conservación de la carretera a Urbasa, había tenido su
vivienda que luego fue derruida.
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